Por Armengol Engonga Ondo, presidente del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial
Quiero comenzar mi artículo de hoy con una noticia que nos ha golpeado el alma: el fallecimiento de Francisco Zamora Loboch, nuestro querido Paco Zamora.
Periodista polifacético, escritor brillante y poeta con una luz propia especial, Paco dejó impronta en cada rincón por el que pasó. Desde su trabajo en el diario deportivo AS, cubriendo Copas de África, hasta sus colaboraciones en Radio Nacional de España, su voz siempre llevó un sello inconfundible: el amor profundo por Guinea Ecuatorial.
Paco fue uno de los grandes intelectuales de nuestra diáspora, un hombre orgulloso de sus raíces annobonesas, un compatriota siempre comprometido con la lucha política y la defensa de la verdad. Tuvimos la fortuna de compartir muchos desayunos en la calle José Abascal, en el edificio de Acción Social, donde nuestro tema de conversación era siempre el mismo: el destino de nuestra patria.
Hablábamos de la dictadura de los Obiang, del cambio político inevitable y del retorno de nuestros exiliados.
En nombre del Partido del Progreso, envío mi más sentido pésame a su familia.
Que descanses en paz, querido Paco.
Todos los guineanos —de dentro y de fuera— nos sentimos orgullosos de tu palabra, tu talento y tu valentía. Hasta siempre, hermano.
LA REALIDAD QUE EL RÉGIMEN YA NO PUEDE OCULTAR
Mientras despedimos a un patriota ejemplar, nuestro país sigue viviendo días de gravedad.
Las señales de rechazo internacional hacia Teodoro Obiang ya son inocultables.
En la reciente Cumbre del G20 celebrada en Sudáfrica, cuando el presidente Ramaphosa anunció el turno de palabra de Obiang, los micrófonos se apagaron. Fue el único jefe de Estado silenciado. No es casualidad. Fue un gesto que, intencionado o no, refleja el cansancio y el hartazgo global hacia la dictadura más longeva del continente.
ver ese momento aquí:
Guinea Ecuatorial está colapsada económica y socialmente.
Hay hambre en muchos rincones del país. No hay empresas. No hay empleo. No hay futuro mientras la familia Obiang continúe depredando lo que pertenece al pueblo.
La incertidumbre es total: ¿Qué ocurrirá cuando falte el dictador?
Su entorno teme el vacío, el caos y la incapacidad evidente de Teodorín, una figura que para muchos es simplemente insostenible. “Derrochador, incompetente, irresponsable” —así lo describen dentro y fuera del país. Un oficial de inteligencia estadounidense llegó a definirlo como “un idiota inestable con acceso a dinero ilimitado”. Esa es la realidad.
Los vasos comunicantes con Venezuela también inquietan al régimen.
La caída inminente de Nicolás Maduro —tras la firme intervención del presidente Trump y su ejército— es una advertencia directa para Teodoro Obiang. Comparten métodos, vicios y estilos de expolio idénticos. La historia les llama a ambos por su nombre: depredadores de la riqueza nacional.
Y mientras tanto, ¿qué dice el mundo de nuestra riqueza petrolera?
Ya en 2003 el Departamento de Estado de EE.UU. denunciaba que “no existía evidencia de que la riqueza del petróleo guineano se destinara al bien público”.
Hoy la fortuna personal de Obiang supera los 600 millones de dólares, y la de Teodorín supera los 300 millones. Riquezas amasadas mientras nuestro pueblo sufre la peor falta de educación, de sanidad, de viviendas dignas, de carreteras, luz eléctrica, agua potable y alimentos básicos.
EL AMANECER QUE SE ACERCA
Queridos compatriotas:
En medio de este escenario oscuro, vale la pena mantener la dura espera.
Porque esa espera no es pasividad: es resistencia, es esperanza y es la certeza de que la noche se acaba. La caída del régimen está más cerca que nunca, y nosotros seremos testigos —y protagonistas— del nacimiento de una nueva Guinea Ecuatorial.
El Partido del Progreso tiene clara la ruta para reconstruir nuestro país tras la herencia envenenada que dejará la familia Obiang:
Democracia representativa, transición política ordenada y retorno en libertad de todos los exiliados.
El futuro se está acercando, paso a paso, con la fuerza de la verdad y la determinación de un pueblo que ya no aguanta más.
Un gran abrazo fraternal.
La libertad está en camino.