De la Redacción
— El PPGE exige una implicación seria de la comunidad internacional para acabar con la dictadura de la familia Obiang
Desde el interior de Guinea Ecuatorial, nuestros militantes nos trasladan un panorama que hiela el alma. Las descripciones que recibimos no son las de un país en paz, sino las de una nación que parece haber salido de una guerra devastadora sin haberla declarado jamás. Calles desiertas, rostros consumidos por el hambre, cuerpos debilitados por la pobreza, ancianos que se marchitan en silencio incapaces de alimentar a sus familias… Esta es la realidad de un pueblo abandonado a su suerte.

Mientras tanto, el hijo del dictador —conocido por el mundo entero por su corrupción y saqueo— se autoproclama juez y moralista, señalando a quienes él mismo ascendió para robar junto a él y someter al pueblo. El cinismo ha alcanzado niveles inimaginables: los verdugos posan ahora de salvadores.
Guinea Ecuatorial es hoy un país militarizado hasta la asfixia. En cada esquina, en cada barrio, en cada pueblo, hay presencia armada. Y sin embargo, no cesan las desapariciones: niños, jóvenes, ancianos… incluso militares. ¿Quién desaparece a los propios soldados del régimen en un país inundado de mercenarios rusos y bielorrusos? ¿Qué operaciones oscuras se están llevando a cabo bajo el silencio impuesto por el terror?

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La vida se ha vuelto invivible. Cualquier intento del pueblo por emprender, trabajar o ganarse el pan fracasa, porque el régimen lo ha destruido todo. El país está arruinado. No hay empresas, no hay economía, no hay esperanza. Los mercados —antes símbolo del esfuerzo y la dignidad de nuestras mujeres— están vacíos. Las vendedoras pasan días enteros sin vender ni lo indispensable para llevar un plato a casa. Vuelven cada noche con las manos vacías y el corazón roto, pensando cómo alimentar a sus hijos un día más.
Guinea Ecuatorial está completamente apagada. No hay movimiento, no hay vida, no hay futuro. Solo queda un pueblo luchando por sobrevivir, y una élite que ha convertido el país en un infierno habitado por el miedo, la miseria y la impunidad.
Ante esta tragedia humana, el Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial (PPGE) hace un llamamiento urgente y firme:
La comunidad internacional debe dejar de mirar hacia otro lado.
Ha llegado el momento de actuar con responsabilidad moral y política.
Exigimos la implicación inmediata y seria de la comunidad internacional para frenar esta catástrofe humana.
Guinea Ecuatorial no pide lástima: exige justicia.
El silencio mundial es cómplice de nuestra tragedia.


