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Sudán: El Holocausto Silenciado que África y el Mundo Deciden Ignorar

Por Redacción

10/11/2025

De la Redacción
La guerra que devasta Sudán desde abril de 2023 no es un conflicto interno más, sino una tragedia histórica que está arrasando a un pueblo entero ante la indiferencia del mundo. Lo que comenzó como una disputa de poder entre las Fuerzas Armadas de Sudán y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) se ha transformado en un holocausto africano del siglo XXI. Ciudades enteras han sido destruidas, hospitales bombardeados, comunidades masacradas y millones de sudaneses han tenido que huir para sobrevivir. Naciones Unidas advierte de que más de ocho millones de personas han sido desplazadas, y el hambre empieza a matar a miles de niños. Darfur, un nombre que ya fue sinónimo de genocidio, vuelve a ser escenario de exterminio y limpieza étnica contra poblaciones africanas locales, cuyos testimonios prácticamente no alcanzan a los medios internacionales.

El ataque a un hospital deja 460 muertos en Sudan

Sin embargo, lo más doloroso es que esta tragedia no es solo consecuencia de rivalidades internas. Sudán está siendo sacrificada para saciar intereses extranjeros que utilizan esta guerra como un negocio. Mientras el pueblo muere y huye, otros están enriqueciéndose. Rusia y Emiratos Árabes Unidos han convertido el conflicto en una plataforma para el saqueo del oro sudanés. Rusia, a través de redes asociadas al grupo antiguo Wagner y estructuras estatales, ha visto en Sudán una fuente estratégica para financiar operaciones militares y fortalecer su presencia en África, suministrando apoyo militar a facciones involucradas en la guerra. Por su parte, Emiratos Árabes Unidos se ha convertido en el principal destino del oro que sale de Sudán ilícitamente, al tiempo que impulsa el suministro de armas y apoyo logístico a los rebeldes que mantienen viva la guerra. El oro, que debería servir para el desarrollo del país, termina saliendo clandestinamente hacia Dubái y otras rutas, mientras los sudaneses se hunden en la miseria. La guerra se financia con los recursos de las mismas víctimas.
Sudán ya no tiene el petróleo que perdió tras la independencia de Sudán del Sur en 2011. El oro se convirtió entonces en la principal riqueza del país y, por tanto, en el botín que alimenta la guerra actual. Minas explotadas sin control, contrabando, mercenarios y élites corruptas han creado una maquinaria económica cuya lógica es simple y brutal: cuanto más larga es la guerra, más oro se extrae sin supervisión, y más se enriquecen quienes la sostienen. La población sudanesa paga este saqueo con su sangre, con el hambre y con la destrucción total de su futuro.
Todo esto sucede mientras la comunidad internacional mira hacia otro lado, o asume una neutralidad hipócrita que en la práctica deja vía libre a la criminalidad transnacional. África vuelve a ser un tablero donde otros juegan con nuestras vidas, sin respeto por la soberanía ni por la dignidad de nuestros pueblos. Esta guerra no tiene como fin transformar Sudán ni mejorar su futuro, sino mantenerlo arrodillado y fácil de explotar. El silencio de muchos gobiernos africanos, que deberían ser los primeros en denunciarlo, resulta insoportable.
Desde el Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial (PPGE) expresamos nuestra más firme condena a esta tragedia que está destruyendo Sudán y denunciamos la complicidad de potencias extranjeras que alimentan el conflicto a cambio de oro y poder. Ningún país, africano o no, tiene derecho a financiar guerras en nuestro continente para enriquecerse con nuestros recursos. África no puede seguir siendo tratada como una mina abierta, una granja humana de sufrimiento o un terreno de caza para mercenarios geopolíticos.

  El equipo directivo del Partido del Progreso

Sudán es África. Los sudaneses son nuestros hermanos. Lo que hoy están viviendo es un aviso para todo el continente. Un país sin instituciones democráticas, gobernado por armas y no por leyes, se convierte en presa fácil para militares, mercenarios y potencias extranjeras. Esto es lo que ocurre cuando la soberanía africana se deja en manos de soldados y cazadores de recursos, en lugar de en gobiernos civiles legítimos que defienden a su pueblo.

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