Redacción El Confidencial
La pobreza es un fenómeno extendido en África, pero en Guinea Ecuatorial es aún más alarmante, sobre todo considerando que el país ha sido bendecido con la riqueza petrolera. Sin embargo, en lugar de traducirse en bienestar para la población, este recurso ha sido un espejismo de desarrollo.
Hoy, la realidad para la mayoría de los guineanos es devastadora. Más del 80% de la población vive en condiciones precarias y gran parte de ellos viven una extrema pobreza, muchos apenas pueden permitirse una comida al día, y esta ni siquiera es nutritiva. En las calles, es habitual ver a personas tiradas en el suelo, jóvenes sin fuerzas ni para levantarse, cuerpos debilitados por el hambre y la miseria en un país que, en teoría, debería ser uno de los más ricos de África.
Guinea Ecuatorial no siempre fue así
En los años 60 y 70, antes de la independencia, el país gozaba de una economía activa y, en comparación con sus vecinos como Nigeria, Camerún y Gabón, tenía una renta per cápita superior. Guinea recibía mano de obra extranjera, especialmente de Nigeria, para trabajar en sus plantaciones agrícolas. La economía, aunque vinculada a España, permitía que los guineanos tuvieran negocios y explotaciones agrícolas productivas.

El cacao hoy sigue teniendo mucha importancia en el mercado europeo
El sector comercial estaba en expansión. Las explotaciones de cacao y café generaban ingresos importantes para las familias. El comercio fluía con la inversión de empresarios extranjeros y guineanos, quienes encontraban un entorno favorable para emprender. En el sector bancario operaban entidades como Banesto, Caja Postal y el Banco Hispanoamericano, lo que reflejaba la confianza en la economía del país.
Sin embargo, tras la independencia, la economía no solo no creció como se esperaba, sino que sufrió un retroceso catastrófico. El PIB, en lugar de fortalecerse, cayó en picado. El sector agrario, que en cualquier país en desarrollo es un pilar fundamental, quedó prácticamente destruido, representando hoy menos del 2% del PIB.
El cacao, que en 1966 producía 40.000 toneladas, ahora apenas alcanza las 3.000. El café, que contaba con 3.000 hectáreas de cultivo en 1968, ha desaparecido prácticamente, dejando solo algunas plantaciones envejecidas e improductivas. En comparación con países como Camerún, donde la agricultura supone el 20% del PIB, o Costa de Marfil, donde representa el 24%, Guinea Ecuatorial está en una posición alarmante.

El cafe sigue siendo un cultivo de gran valor añadido
Este fenómeno no es único en Guinea Ecuatorial. En muchos países africanos, tras la independencia, la riqueza se ha erosionado debido a regímenes autoritarios que han implementado modelos de economía centralizada o han saqueado los recursos nacionales. El caso de Zimbabue, que pasó de ser la potencia agrícola de África a enfrentar un colapso económico bajo la dictadura de Robert Mugabe, es solo un ejemplo de cómo el mal gobierno destruye el desarrollo.
La paradoja del petróleo y la pobreza extrema
A pesar de la riqueza petrolera, los guineanos son hoy más pobres que antes de la independencia. La razón principal es evidente: décadas de dictadura han impedido la creación de una economía productiva, diversificada y estable. La gestión del régimen de Obiang Nguema ha sido despiadada y depredadora, concentrando la riqueza en manos de unos pocos y dejando a la mayoría de la población en la miseria.
Mientras el gobierno y su círculo de poder han acumulado fortunas inmensas, la población sufre una de las tasas de pobreza más altas del continente. Las infraestructuras son precarias, el acceso a la educación y a la sanidad es limitado, y la corrupción ha convertido a Guinea Ecuatorial en un país donde el progreso es un privilegio de unos pocos.

Imagen: Un niño que se desmayó en clase en Colegio Claret. Al hablar los profesores con él, manifestó que llevaba todo el día sin comer.
¿Hay una posibilidad de cambio?
A pesar de este panorama sombrío, Guinea Ecuatorial no está condenada a la pobreza. Un nuevo modelo económico basado en la inversión privada, la diversificación productiva y la seguridad jurídica podría sentar las bases para un futuro próspero.
El Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial (PPGE) en boca de su Presidente, ha señalado que es posible revertir la situación mediante una política económica que incentive la inversión nacional y extranjera con garantías jurídicas claras. Sin confianza en las instituciones y en la estabilidad del país, es imposible atraer capitales ni fomentar el emprendimiento local.
Para lograrlo, sería necesario:
•Promover la agricultura como un pilar estratégico de la economía, incentivando la producción local de cacao, café y otros cultivos rentables.
•Establecer mecanismos de protección para los inversores, tanto nacionales como extranjeros, evitando expropiaciones arbitrarias y fomentando la libre empresa.
•Invertir en infraestructuras básicas que faciliten el comercio y la industrialización del país.
•Crear un sistema financiero sólido que facilite el acceso a créditos para emprendedores guineanos.
•Apostar por la educación y la formación técnica para que la población pueda participar activamente en el desarrollo del país.
•Fomentar la transparencia y la lucha contra la corrupción, permitiendo que los recursos nacionales sean utilizados para el beneficio de todos.
Un plan de recuperación económica basado en estos principios podría generar empleo, devolver la capacidad productiva al país y mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos. Pero sin un cambio en la gestión política y económica, sin instituciones fuertes y sin una verdadera voluntad de progreso, cualquier plan será solo una declaración de intenciones vacía. Como todas las falsas promesas de Obiang, que solo sirven para engañar a los incautos.
El futuro depende de las decisiones de hoy
Si Guinea Ecuatorial logra recuperar la confianza de los inversores y establece un entorno económico favorable, el país podría volver a ser aquel referente de prosperidad que fue antes de la independencia. Pero esto solo será posible si se eliminan los obstáculos que han mantenido al país en la pobreza: la corrupción, la mala gestión y la falta de visión de futuro.
Guinea Ecuatorial tiene potencial para salir de la miseria, pero necesita un cambio estructural que ponga a la población en el centro del desarrollo, que garantice una economía productiva y estable, y que convierta la riqueza del país en una herramienta de progreso y no en un botín de unos pocos.
La riqueza de Guinea Ecuatorial no reside solo en su petróleo, sino en su gente y en su capacidad para construir un futuro basado en el trabajo, la inversión y la estabilidad económica. La pregunta ahora es: ¿Habrá voluntad para cambiar el rumbo o se seguirá condenando a la población a la pobreza y la desesperanza?