Por Armengol Engonga Ondo. Presidente del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial
La historia de Guinea Ecuatorial nos impone una reflexión profunda y serena sobre nuestro pasado para construir un futuro de esperanza. Desde la independencia en 1968, nuestro pueblo ha transitado por un camino de sufrimiento, represión y falta de libertades. Hoy, como militantes del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial, comprometidos con la democracia, la justicia y el bienestar de nuestra nación, traemos a colación nuestra memoria histórica para aprender de ella y forjar un porvenir distinto.
Los guineanos hemos llegado hasta aquí con un déficit extraordinario en todos los ámbitos: pobreza generalizada, ausencia de libertades, falta de identidad nacional, estructuras familiares desintegradas, desempleo y una economía sometida a los caprichos de una dictadura familiar que ha despojado al país de sus recursos. Es urgente evaluar nuestra historia, reconocer los errores cometidos y adoptar medidas firmes para encaminar a nuestro pueblo hacia una democracia real y un desarrollo sostenible.
Se dice que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla. Guinea Ecuatorial ha sufrido el infortunio de haber caído, tras su independencia, en las manos del primer dictador, Francisco Macías Nguema, quien instauró un régimen de terror que aniquiló a un tercio de la población, cerca de 80.000 personas inocentes en un país que apenas contaba con 300.000 habitantes. Fueron tiempos de ejecuciones públicas, represión brutal y eliminación de la élite intelectual. La locura de Macías costó la vida de miles de inocentes, incluyendo a miembros de mi propia familia, cuyo único «delito» fue saber leer y escribir.
El reciente libro del periodista Antonio Caño, titulado Monstruo Español: Francisco Macías y el Fin de la Aventura Colonial en Guinea, es una obra imprescindible para comprender nuestra memoria histórica. En él se aborda el proceso de colonización, las provincias españolas de ultramar, el periodo autonómico de 1964 hasta la independencia en 1968, y sus principales actores. Esta investigación detalla cómo Macías instauró su dictadura de horror tras la independencia, sumiendo a Guinea Ecuatorial en una de las etapas más sangrientas de su historia.
Maciás tuvo un asesor español en su primer año de mandato, Rafael Mendizábal Allende, quien lo describió como un «enigma psicológico», caracterizado por su capacidad de adaptarse a las circunstancias, pero carente de visión y principios. Lo definió como:
- Hombre enérgico pero dubitativo.
- Introvertido aunque conductor de masas.
- Realista y utópico a la vez.
- Autoritario y sencillo con la gente sencilla.
- Orgulloso de su cultura hispánica y su estirpe africana.
- Prudente y violento.
- Un hombre oscuro, sigiloso y callado, con astucia para sobreponer la mediocridad.
- Franquista sin reservas, revolucionario y comunista.
- Prosoviético y prochino según soplaba el viento.
Macías no comprendió la relevancia de los exiliados que regresaban a Guinea Ecuatorial durante la flexibilización de las leyes represivas españolas. Bonifacio Ondó Edu, quien fue presidente del Gobierno Autonómico, era un líder reconocido por la población y un factor clave en el proceso de independencia. Macías, como vicepresidente de aquel gobierno, no tuvo la capacidad de prever las consecuencias de sus actos ni de consolidar una estructura política estable.
La dictadura de Macías, comparable en crueldad a la de Idi Amin en Uganda o la de Mobutu Sese Seko en Zaire, sembró el horror en nuestro país. Pese a ello, hoy día todavía existen quienes defienden su legado desde un falso nacionalismo, negando las atrocidades cometidas y agravando el dolor de las víctimas. Sin embargo, la historia nos enseña que el cambio es inevitable. Los responsables de tantas desgracias rendirán cuentas y nuestro país iniciará el camino de la reparación moral, física y material de todos los daños sufridos.
Hoy, bajo la dictadura de Teodoro Obiang Nguema, el sobrino y alumno aventajado de Macías, Guinea Ecuatorial sigue atrapada en un régimen represivo, corrupto y destructor. Sin embargo, el despertar del pueblo es imparable. Desde el Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial trabajamos incansablemente por la reconciliación nacional, la reconstrucción económica y social de nuestra patria y la instauración de un sistema democrático basado en el respeto a los derechos humanos, la justicia y la prosperidad para todos.
Queremos una economía de libre mercado, que atraiga inversión extranjera y garantice oportunidades para todos. Queremos leyes justas que protejan a los ciudadanos y permitan el crecimiento del país. Queremos una Guinea Ecuatorial libre de las cadenas de las dictaduras familiares de los Nguema y los Obiang, que han sumido al país en la miseria y la desesperanza.
Hacemos un llamamiento a Teodoro Obiang Nguema y a su régimen: el tiempo de las dictaduras ha terminado. La transición política es inevitable y su dimisión es el primer paso para el retorno en libertad de los exiliados, la recuperación de nuestros derechos y la instauración de la democracia. Como dice el refrán, «cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar». La historia está a punto de cambiar, y aquellos que han oprimido al pueblo tendrán que rendir cuentas.
Queridos compatriotas, el objetivo está cada vez más cerca. El fin del monstruo de Macías llegó, y pronto caerá también el monstruo de Obiang. Guinea Ecuatorial renacerá con la fuerza de su pueblo y la determinación de aquellos que, como nosotros, no hemos dejado de luchar por la justicia y la libertad.
¡Adelante, hermanos guineanos! El futuro nos pertenece.
Un fuerte abrazo.