Por Armengol Engonga Ondo. Presidente del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial
Queridos compatriotas:
Escribo estas líneas desde el exilio, pero con el alma vuelta hacia nuestra tierra. Porque, aunque la distancia física nos haya separado, nunca hemos dejado de sentir en lo más profundo de nuestro ser los latidos de Guinea Ecuatorial. Nunca hemos dejado de soñar con su resurgimiento. Nunca hemos dejado de creer que un país mejor es posible. Y hoy, más que nunca, les digo: volveremos a casa.
Volveremos para reconstruir un país devastado por la codicia, silenciado por el miedo y empobrecido por la corrupción. Volveremos porque somos muchos los que, desde dentro y fuera de Guinea, estamos decididos a cambiar el rumbo de nuestra historia. Volveremos porque este pueblo valiente, noble y trabajador merece vivir con dignidad, en paz y en libertad.
Una dictadura agotada, un pueblo que resiste
La actualidad de nuestro querido país sigue marcada por una profunda crisis económica, política y social provocada por los más de 45 años de dictadura de Teodoro Obiang Nguema. Hoy, Guinea Ecuatorial sobrevive bajo una administración corrupta, inhumana y cínica que ha saqueado nuestros recursos y ha hipotecado el futuro de varias generaciones con una deuda pública de más de 4.237 millones de euros. Cada ciudadano guineano carga ahora con una deuda de más de 2.239 euros por cabeza, una herencia envenenada de quienes se adueñaron del Estado como si fuera un botín de guerra.
Mientras tanto, la mayoría del pueblo guineano sufre una pobreza extrema: no hay alimentos, ni medicinas, ni agua potable, ni electricidad en muchos hospitales y hogares. La empresa estatal SEGESA, convertida en instrumento del régimen, actúa con una negligencia criminal. En ciudades como Bata, Acurenam o Evinayong, los apagones dejan a enfermos sin atención adecuada, y a familias enteras sin los escasos alimentos que logran conservar en sus neveras. ¿Cómo es posible que mientras el pueblo sufre, el dictador regale electricidad a Gabón?
El sistema sanitario está en ruinas. La libertad de prensa y de expresión están prohibida. Las oportunidades para los jóvenes son inexistentes. El índice de desarrollo humano de Guinea Ecuatorial nos coloca en el puesto 150 de 190 países, y el índice de corrupción en el puesto 17 de los más corruptos del mundo. Para hacer negocios, ocupamos la vergonzosa posición 178 de 190. Guinea Ecuatorial ha sido reducida a cenizas, pero sobre esas cenizas, levantaremos un país nuevo.
Una transición esperanzadora y posible
El tiempo de Obiang y su clan se ha terminado. Lo saben ellos y lo sabemos nosotros. Ya no pueden esconder el colapso que ellos mismos provocaron. Ya no pueden engañar a un pueblo que está más despierto que nunca. Como ocurre en Senegal con el nuevo presidente Bassirou Diomaye Faye, que ha empezado a auditar las cuentas del régimen anterior y ha revelado escándalos de corrupción y deudas insostenibles, también nosotros auditaremos cada acto, cada contrato, cada robo cometido en nombre del Estado. Habrá justicia, pero también habrá esperanza.
La transición que queremos no es de venganza, sino de justicia. Queremos abrir una nueva etapa de paz, reconciliación y reconstrucción. Un gobierno salido de las urnas, legítimo y transparente, trabajará codo con codo con el pueblo para garantizar el acceso a la salud, la educación, el empleo, y sobre todo, la dignidad.
Queremos establecer una economía de libre mercado, abierta al mundo, donde se respete la competencia, la propiedad privada, el emprendimiento y la inversión productiva. Queremos aliarnos con las democracias del mundo, aprender de sus aciertos, y no repetir sus errores. Y al mismo tiempo, no dejaremos atrás a nadie. Porque creemos en el Estado de derecho, en la solidaridad, en la justicia social y en el trabajo colectivo como pilares de una nación moderna y humana.
Un llamado a la esperanza y a la acción
Queridos paisanos: Guinea Ecuatorial no está condenada a ser esclava de su pasado. Estamos ante una encrucijada histórica, y tenemos una oportunidad real de cambiar el destino de nuestro país. La dictadura caerá. Y cuando caiga, no caerá por sí sola: caerá porque el pueblo se ha puesto en pie.
A todos los guineanos dentro y fuera del país, a los jóvenes, a los trabajadores, a las mujeres luchadoras, a los mayores sabios, a los exiliados que añoramos volver, les digo: no pierdan la fe. El día de nuestro regreso se acerca. Regresaremos para construir puentes, no muros. Para sembrar oportunidades, no privilegios. Para servir al pueblo, no para saquearlo.
Ya estamos trabajando con gobiernos e instituciones internacionales comprometidas con la democracia y los derechos humanos. No estamos solos. El mundo está mirando, y esta vez, Guinea Ecuatorial no será ignorada.
Volveremos. Volveremos para abrazar a nuestra gente, para reconstruir lo que nos robaron, para hacer realidad el sueño que nunca murió: una Guinea libre, democrática, justa y próspera.
¡Hasta pronto, tierra mía!
Un abrazo fraternal,
Armengol Engonga Ondo
Desde el exilio, pero siempre contigo, Guinea Ecuatorial.