Editorial El Confidencial
En la historia política de Guinea Ecuatorial, hemos visto cómo el poder puede convertirse en una obsesión para algunos. La impronta de ciertos regímenes ha dejado una marca que muchos parecen querer imitar: la patrimonialización de los partidos políticos, tratándolos como propiedades privadas en lugar de herramientas al servicio de la democracia. Algunos dirigentes han intentado moldear los partidos según sus propios intereses, rodeándose de familiares, allegados y personas de confianza, en lugar de fomentar estructuras abiertas y participativas.
Es preocupante observar cómo, en algunos casos, incluso después de haber renunciado voluntariamente, hay quienes intentan recuperar posiciones que ya no les corresponden, como si el liderazgo fuera un derecho adquirido y no una responsabilidad confiada a quien mejor puede servir en cada momento. Esto es contrario al espíritu democrático.

Los guineanos asesinados por Obiang son nuestra memoria colectiva y nuestro leitmotiv para seguir trabajando por la democratización de GE
En el PPGE, creemos firmemente que las personas pasan, pero los partidos permanecen. Un partido político no es una empresa privada ni un feudo familiar; es un instrumento de representación de toda la ciudadanía, sin distinción de etnia, región o afinidad personal. Su función es defender los derechos de cada ecuatoguineano y ecuatoguineana, hasta el último rincón del país, sin excepciones.
Por eso, entendemos los cargos dentro del partido no como un privilegio, sino como una responsabilidad. La grandeza de un dirigente se mide no solo por su capacidad de liderar, sino también por su voluntad de ceder el testigo cuando llega el momento. Cuando esto ocurre, no hay marcha atrás. Así funciona la democracia.

Durant una sesión de trabajo de la Comisión Permanente del PPGE
Pero un partido político no es solo su liderazgo. Su verdadera fuerza reside en sus militantes, en las personas afiliadas que lo construyen día a día con su trabajo, su compromiso y su lealtad a los valores democráticos. En nuestra organización, existen normas y estructuras que garantizan el equilibrio y la representación: consejos locales, consejos geográficos, consejo nacional y asamblea general. Estos órganos permiten que el partido tenga vida propia más allá de una sola figura. No creemos en el liderazgo unipersonal ni en la concentración de poder. La democracia interna es nuestra mayor fortaleza, y la participación de todas las personas afiliadas es el pilar sobre el que se construye el futuro.
Un partido fuerte no se define por el carisma de un líder, sino por la capacidad de su militancia para trabajar en equipo, debatir con respeto y encontrar soluciones a los grandes desafíos del país. La política no es un ejercicio de poder individual, sino un trabajo colectivo. La política no es una cuestión de posesión, sino de entrega.

Nadie en el PPGE, viene a figurar, solo a trabajar por la democratización de nuestro pueblo
Esta visión del liderazgo y de la militancia es precisamente lo que nos hace capaces de liderar una transición democrática real en Guinea Ecuatorial. Sabemos que el futuro del país no puede depender de una sola persona o de un solo partido. Es un proceso que debe incluir a todas las fuerzas políticas y a las fuerzas vivas de la sociedad guineoecuatoriana: asociaciones, sindicatos, colectivos ciudadanos, profesionales y personas de todos los sectores.
Saber entenderse y trabajar juntos con grandeza de miras es la clave para un proyecto que cambiará por completo el rumbo y el destino de Guinea Ecuatorial. La transición que defendemos no es solo un cambio de gobierno, sino la construcción de una democracia sólida y duradera.
Por eso, en el PPGE reiteramos nuestro compromiso con un partido abierto, democrático y participativo, donde el poder no es un fin en sí mismo, sino una herramienta para transformar el país. La grandeza de un dirigente radica en su capacidad para servir, y en su disposición para ceder el testigo cuando es necesario. Porque el liderazgo es temporal, pero la democracia es permanente.