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Estamos preparados para liderar la reconciliación nacional y construir una democracia real en Guinea Ecuatorial

Por Redacción

14/06/2025

Por Armengol Engonga Ondo. Presidente del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial

Ante el inminente cambio político que se avecina en Guinea Ecuatorial, siento la responsabilidad de compartir una reflexión que me acompaña desde hace décadas y que hoy cobra un sentido especial: la necesidad urgente de establecer un nuevo modelo de liderazgo basado en principios éticos, democráticos y orientados al bien común. Es lo que llamo el manual de un buen gobernante.

A lo largo de más de cuarenta años de compromiso político —como opositor en el exilio, como defensor incansable de los derechos humanos, y como presidente de un partido que ha apostado siempre por la vía pacífica y democrática— he dedicado buena parte de mi vida al estudio comparado de los sistemas políticos de distintos continentes: Europa, América, África, Asia y Oceanía. Mi obsesión ha sido siempre entender por qué unos países avanzan, prosperan y ofrecen calidad de vida a sus ciudadanos, mientras otros se hunden en el atraso, el autoritarismo y la pobreza, como es lamentablemente el caso de nuestra Guinea Ecuatorial.

Y la respuesta, amigos míos, no es un misterio: el desarrollo de una nación está directamente vinculado a la calidad de sus dirigentes. Los países que progresan lo hacen porque están dirigidos por líderes íntegros, preparados, con visión de futuro y auténtico sentido de servicio público. Son hombres y mujeres que reúnen no solo habilidades innatas —como la inteligencia emocional, la empatía, la capacidad de comunicación, la resiliencia o la determinación— sino también competencias adquiridas gracias a su educación, sus experiencias, su formación profesional y su compromiso con los valores democráticos.

Un verdadero líder no nace solamente; también se forma. Se moldea a través del contacto con la realidad, del trabajo comunitario, del respeto por la ley, del aprendizaje constante. Y, sobre todo, por su vocación de servir a su pueblo, no de servirse de él.

Por eso, me parece imprescindible establecer una diferencia clara entre lo que significa ser un jefe y ser un líder. El jefe da órdenes; el líder guía. El jefe impone; el líder inspira. El jefe busca obediencia ciega; el líder fomenta la participación. En una dictadura como la que hemos sufrido durante más de 45 años bajo Teodoro Obiang Nguema, todo gira en torno al poder absoluto de un solo hombre. En una democracia seria, el poder está al servicio del pueblo y se ejerce con humildad, transparencia y responsabilidad.

El manual del buen gobernante que necesitamos escribir y aplicar en Guinea Ecuatorial debe incluir principios claros: respeto a los derechos humanos, garantía de libertades fundamentales, transparencia institucional, separación de poderes, desarrollo económico sostenible, igualdad de oportunidades y promoción de la diversidad cultural y étnica como una riqueza y no como una amenaza.

Como líder político guineano en el exilio, y como presidente del Partido del Progreso, me comprometo con total entrega a participar activamente en el proceso de transición política que se avecina. Estamos preparados para trabajar por la reconciliación nacional, para superar las heridas del pasado, y para construir juntos una nueva Guinea Ecuatorial basada en el respeto mutuo y en la convivencia pacífica entre todos los pueblos que componen nuestra nación: ndowe, fang, bubis, bisios, annoboneses, balengues, fernandinos y todos los ciudadanos, incluidos los extranjeros que elijan convivir con nosotros en paz y dignidad.

Queremos gobernar para todos los guineanos, sin exclusión ni revanchismo. Queremos devolver a nuestra patria la dignidad que le fue arrebatada. Queremos promover una administración pública al servicio del pueblo, no del clan. Queremos que nuestras instituciones reflejen la voluntad del pueblo, no los caprichos de una familia enquistada en el poder.

Tenemos la ambición legítima de construir un nuevo país en la era post-Obiang: un país libre, democrático, desarrollado y justo. Un país donde ningún joven tenga que exiliarse para soñar; donde ningún anciano tema hablar con libertad; donde la riqueza nacional beneficie a todos y no a una élite reducida.

Estamos convencidos de que el retorno de los exiliados es inminente. Nos preparamos para asumir responsabilidades, para contribuir con nuestras capacidades, nuestra experiencia y, sobre todo, con nuestra voluntad de paz y progreso. Desde España, desde Francia, desde Alemania, Reino Unido, Estados Unidos, Gabón, Camerún, Nigeria, Portugal, Suiza y tantos otros rincones del mundo donde vive la diáspora guineana, alzamos hoy una voz unida: queremos volver a casa. Y queremos volver para reconstruir.

Compatriotas, la meta está cada día más cerca. La desaparición del régimen de los Obiang no es solo un deseo, es ya una realidad en curso. Lo que viene después dependerá de nuestra preparación, de nuestra unidad y de nuestra altura moral. No podemos permitirnos fallar.

Os envío un fraternal abrazo lleno de esperanza. Que el espíritu de libertad y justicia guíe nuestro camino de regreso.

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