Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial (PPGE)
Desde el interior del país, un militante del Partido del Progreso lanza un testimonio contundente, cargado de lucidez y coraje. Lo hace desde la clandestinidad, como tantos otros que mantienen viva la llama de la resistencia pacífica en Guinea Ecuatorial. Su mensaje no es nuevo, pero sí urgente: “Aquí no hay esperanza de que los del régimen vayan a cambiar”.
A medida que la crisis económica se agudiza, también lo hace la represión. El régimen, lejos de abrir espacios de diálogo o de reforma, eleva su “tiránico listón” en un esfuerzo por blindarse frente al colapso social y político que ya se respira. Pero los opositores dentro del país no se rinden. “Seguiremos luchando, ese es nuestro compromiso con el pueblo”, afirma el militante, con una firmeza que trasciende la desesperanza.
Esta lucha, explica, no se hace en nombre de una familia, de un líder o de un partido: se hace en nombre del pueblo. Se trata de algo más grande que la seguridad individual: es la libertad colectiva lo que está en juego. “Luchando por la libertad de un pueblo, la de un individuo se vuelve digna de sacrificio”, sentencia. La meta es clara: un país libre, en el que los ciudadanos disfruten de sus derechos fundamentales, y donde el respeto a la dignidad humana no dependa de la voluntad del dictador de turno.
El testimonio denuncia también la destrucción sistemática de valores, derechos y cultura llevada a cabo por el clan Obiang. “Nos han avergonzado hasta la saciedad, hasta el punto de hacernos sentir como orangutanes”, dice, con crudeza. El daño no es solo político o económico: es moral, cultural y espiritual.
Esta es la triste realidad de los hospitales en Guinea Ecuatorial, por muchas hipócritas disposiciones que establezca la dictadura
Y es también profundamente humano. El caso de la trágica muerte de un niño de apenas cinco años, el pasado 17 de marzo en el hospital de Sampaka, es un grito desgarrador de esa descomposición. El menor murió sin recibir atención médica urgente porque su familia no tenía dinero para pagar. A pesar de las disposiciones que supuestamente garantizan la atención sanitaria a los más vulnerables, la gerente del hospital había autorizado el cobro de consultas y tratamientos, desobedeciendo incluso las instrucciones del propio presidente. La madre del niño lo declaró ante el juez: no los atendieron porque no podían pagar.
¿Qué país permite que un niño muera en la puerta de un hospital por no tener dinero? ¿Qué clase de régimen deja que sus ciudadanos se enfrenten a la muerte mientras los hospitales se convierten en negocios privados de funcionarios insensibles? El dolor de esa madre representa el de miles de familias que viven con el miedo constante a enfermar, a necesitar ayuda, a no poder pagar por su propia vida o la de sus hijos.
“Debemos hacer todo lo posible para que este periodo irracional de dirigentes irracionales y endiablados se quede enterrado en el pasado”. Así de claro lo expresa este guineano, convencido de que ha llegado el momento de actuar. Y lanza una advertencia a España y a sus socios europeos: si no se toman medidas ahora, si se sigue tolerando al régimen de Obiang, será demasiado tarde. “No quieren ver a Guinea Ecuatorial y al dictatorial régimen de los Obiang definitiva y totalmente en manos de los inhumanos rusos, chinos y norcoreanos”.
El Partido del Progreso reitera con este mensaje su compromiso inquebrantable con la libertad, la dignidad y la justicia para el pueblo guineano. La lucha continúa. Dentro y fuera del país. Hasta la victoria. O hasta que el Altísimo nos quite el aliento.